A 72 años de la existencia del hombre: Sartre y "El existencialismo es un humanismo"

Cuando en 1945 Sartre salió de La Salle de Centraux en París, a empujones y codazos, sobre las sillas rotas y las damas desmayadas, tal cual lo refiere Boris Vian, no imaginaría el impacto de su discurso, ni mucho menos la influencia generacional que desarrollaría su existencialismo, tan cuestionado y duramente criticado más que entendido y analizado.

Su discurso "El existencialismo es un humanismo" pretendía tumbar las barreras ideológicas y críticas duras que recibió su doctrina filosófica, tildada de "promover el quietismo", "subrayar la ignominia humana" o de "la supresión del Dios". Así, tras una larga explicación, punto a punto, de lo que significa la "existencia", el "ser existencial" y otro conceptos, dejo claro como esta doctrina, más que mostrar el lado solitario y mórbido del ser humano, alejarlo del resto de la humanidad o de pretender dar una postura de contemplación del mundo, se preocupaba aún más por la posición del hombre con respecto a sí mismo, a los demás y al mundo.

A manera de resumen, y quizá siendo poco encasilladores de todo lo que ello significa, podríamos decir que Sartre propone que el existencialismo es la doctrina de la angustia, como posición del hombre antes sus determinadas posibilidades que no solo cambiarán su vida, sino también las de la humanidad; la doctrina de la libertad y responsabilidad, como posición de que el hombre elige y su elección es buena en función a que el la eligió; la doctrina de la existencia antes que la esencia, como posición de que el único ser que posee esa característica y que lo hace especial es el hombre.

Siendo más generalizadores, podríamos concluir diciendo que Sartre nos da la idea de todo lo que significa el hombre como concepto, como ser emergente y como ser poseedor del mundo, donde de él dependen lo más importancia: la existencia misma.

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